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El gato con botas cuento corto. Pasa a leer el mejor cuento de 2022

abril 5, 2020
Banner del gato con botas

Cuento corto.

El famoso cuento del gato con botas

Cuenta el famoso cuento del gato con botas, que hace mucho tiempo vivió un molinero muy pobre que tenía tres hijos. El molinero, que no tenía mucho dinero, se dedicaba todo el tiempo a moler trigo para hacer harina y poderla vender.

Como ya era un poco viejo el pobre molinero enfermó y murió. Dejó por herencia sus pocas pertenencias a sus tres hijos. Al hijo mayor le dejó el molino. Mientras, al hijo de en medio, le heredó la mula que impulsaba el molino. Y al hijo menor, le dejó por única herencia un gato parlanchín.

El hijo menor, se lamentó de su suerte, pues sus dos hermanos se pusieron a trabajar juntos, uno con su molino y otro con su mula, para poder moler trigo y vender harina. En cambio él lo único que tenía era a ese curioso gato parlanchín.

Al verlo tan triste y pensativo el gato sintió pena. El gato se le acercó, y le dijo -Amo, no estés tan triste. Por favor préstame tus botas, y ¡Verás que podré hacer algo maravilloso por ti!- Aunque el muchacho no estaba muy convencido, al darse cuenta que no tenía nada que perder accedió. Se descalzó sus botas, y se las tendió al gato.

Ya no se trataba de un simple felino, ahora era el gato con botas. El gato con botas tomó un saco y se agazapó en a la orilla del camino que iba al palacio del Rey. Al notar que una liebrecilla se le acercaba contuvo la respiración. Al tenerla al alcance brincó rápidamente y la metió dentro de un saco.

El gato con botas se encaminó al castillo del rey con la liebrecilla capturada y pidió audiencia. Al presentarse frente al rey, el gato con botas se quitó el sombrero e hizo una elegante reverencia. Y le dijo al rey -Majestad, traigo para usted un presente del Marqués de Carabás-. El astuto gato con Botas se había inventado ese nombre, que a su parecer sonaba elegante. El rey se mostró satisfecho y transmitió sus saludos al Marqués.

El gato con botas repitió la historia. Al día siguiente cazó unas codornices, y se las presentó al rey, otro día logro cazar un cervatillo e igual se lo presentó al soberano. Presentó tantos obsequios, todas cazas de buena calidad, al rey. Y pronto el soberano mostró curiosidad por el Marqués de Carabás que tan magníficos presentes le enviaba y pidió al gato con botas que se lo presentara. El felino conocía un magnífico castillo propiedad de un fiero ogro, y dio al rey esa dirección.

El gato con botas se dirigió al castillo del fiero ogro. Este al verlo enfureció y se aprestó a devorarlo -¡Dí tu última voluntad felino!- Le dijo el ogro. El gato con botas le contestó -Me acerqué a tu castillo porque se que no eres un ogro ordinario, se que tienes el don de la transformación. Como última voluntad me gustaría que me lo mostrases- El ogro sonrió satisfecho, pues nunca nadie había apreciado su poco común don.

EL ogro se convirtió en león para devorar al gato con botas

Y entre destellos y campanadas el ogro se tornó en un fiero león. El gato con botas se espantó tanto que se le erizaron los pelos. Pero logró contenerse y le dijo al ogro -Estoy muy impresionado por tu habilidad, pero no, tú ya eras una criatura temible y fiera, como el león en el que transformaste. ¡Apuesto que eres incapaz de convertirte en algo inofensivo como un ratón, pues tu cualidad de ferocidad siempre va a prevalecer en todas tus transformaciones!- El ogro enfureció y dijo -¿Cómo te atreves? ¡Mis capacidades de transformación no tienen límite!- y enseguida entre destellos y campanadas se convirtió en un pequeño y simpático ratón.

Al ver aquello, el gato con botas sonrió satisfecho, y de un rápido zarpazo devoró al ratoncito, sin que el ogro pudiera recobrar su terrible forma original. El castillo quedó libre y el gato vistió elegantemente a su amo, alistándolo para la visita del rey.

Como el gato con botas era muy amable y siempre ayudaba a los campesinos de la zona, le prestaron sus mejores cacharros y telas, con los que confeccionó elegante ropa a su amo, y adornó el castillo, preparándolo para recibir a la comitiva real. El rey quedó tan impresionado con la magnificencia del castillo, que ofreció la mano de su hija al Marqués.

El gato con botas consiguió un castillo para su amo

El hijo del molinero se casó con la bella hija del rey y vivieron felices para siempre. Se alegró de haber recibido como herencia ese simpático gato. Así que cuando recibas un regalo que parezca insignificante, piénsalo dos veces, tal vez estés frente al mejor tesoro del mundo.

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